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Rodolfo Torres-Rabello, Chile

Los Centros de Distribución en un Mundo que Cambió

Olvidemos lo que sabíamos. Pensemos en un moderno Centro de Distribución (CD) como una fábrica de alta eficiencia, con uso intensivo de tecnología y con equipos de alto rendimiento, capaz de manejar procesos de alta complejidad y de entregar productos con precisión quirúrgica. Un sistema complejo, capaz de manejar distintas “logísticas” simultáneamente, para distintos canales y diferentes segmentos de clientes.



La palabra “fábrica” no es solo una metáfora para expresar que se gestiona inventario y se preparan pedidos del mismo modo como una fábrica normal transforma materias primas en productos terminados. Es más que eso. Actualmente muchos CD tienen experiencia en algún tipo de maquila, tal como la preparación de packs promocionales o el armado y activación de teléfonos celulares. De allí a pedirles que realicen labores más complejas hay solo un paso.

 

El mundo cambió: los nuevos modelos de negocio, insertos en entornos cada vez más turbulentos e impredecibles, exigen nuevas soluciones a horcajadas de las tecnologías de la Cuarta Revolución Industrial. Así, los CD forman parte esencial de las cadenas de suministro que entregan bienes y servicios de alto valor agregado a clientes en todo el mundo y pueden ser la clave del éxito o del fracaso.

 

En este contexto hacer lo acostumbrado ya no sirve: los modernos CD debieran esforzarse por lograr, al menos:


  • Cero (0) diferencia de inventarios.

  • Cero (0) devoluciones no autorizadas.

  • Cero (0) tiempo interno sin agregación de valor.

  • Cero (0) errores en picking.

  • Cero (0) diferencias entre los requerimientos del cliente y las entregas.

 

La mala noticia es que esto no basta: el proceso logístico es dinámico, esto es, fluye en función del tiempo. Y en un proceso dinámico no interesa sólo el promedio, sino también la variabilidad. Es, precisamente, la variabilidad la gran enemiga de la innovación en logística, puesto que normalmente se tiende a proyectar promedios.

 

Porque, lo que está bien ahora puede que no lo esté mañana. Lo que los clientes consideran aceptable hoy, mañana será inaceptable y podría significar quedar fuera de juego. Pero no se trata solo de velocidad, sino de fiabilidad. La fiabilidad consiste en entregar el producto cuando y donde el cliente lo requiera (“lo quiero mañana entre 10:00 y 11:00 en mi depósito”). Algunos CD están aprendiendo a trabajar con ventanas de tiempo, pero los clientes están presionando por ventanas cada vez más estrechas. Y se exigirá también la ubicuidad: el cliente puede estar en la mañana en su oficina, a mediodía en un restaurante y en la noche en casa de amigos, y tal vez decida recibir su producto en alguno de esos lugares sobre la marcha (“cambié de idea, lo quiero hoy, entre 19:00 y 20:00 a la entrada del Centro Comercial de Cielos Abiertos”). ¿Estamos preparados para esto?

 

La respuesta no es sencilla, porque implica abandonar paradigmas y antiguas prácticas, para emprender iniciativas de reingeniería e innovación de procesos. En este terreno es útil recurrir a ayuda externa especializada. Pero el tiempo corre en contra, créame.


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